Borradores, ¿por qué no?

Mirarte en el pasado y desear volver, reconocer los méritos que, a su vez, dejan de serlo al haberlos perdido con tal consentimiento. La sonrisa reconoce las palabras, las conclusiones ocultas en ellas, pero no se sienten propias. Se siente una distancia inmensa entre esas conclusiones y uno mismo, puesto que el cambia ha sido mayor de lo esperado. Cinco años suficientes para comprobar lo que puede llegar a variar una persona(frase que borraría por común, técnica o impropia para el momento).
La poesía del momento es suavidad para los oídos de ahora; una vez roto lo irrompible, una vez corrompido lo que se pensaba que se mantendría eterno para hacerte diferente entre el resto, ahora, justo en ese momento es cuando se sonríe y asume. Como bien dijo el astuto en su momento: "astucia para el que ve, analiza y asume, compasión para el que confía en el astuto". Pasar de ser El Astuto, a ser El Confiado. Quizá el problema fue sobrevalorarse, quizá abandonarse. Pero, como bien se dijo, la esperanza es lo último que se pierde, y menos si se trata de volver a vivir de la mejor de las maneras, viviendo lo realmente bonito de la vida. Los momentos que ahora, fríamente, se infravaloran e incluso ignoran.
No hagas reventar tu pecho por conformismo. Hazlo reventar cuando sepas que vale la pena de verdad, cuando sepas que es real, o tú misma lo aceptes como tal.
"Estabilidad tanto material como espiritual" Sé el punto medio, tu punto medio.




to scared to sail away

Como esas instrumentales que consiguen meterte en el papel,
esas letras que te dan de lleno en la conciencia, despertándola.
Como ese arrepentimiento y sentimiento de abandono de uno mismo,
el desconocimiento de pensamientos que parecen ajenos al propio,
y la expresión fruncida al darse cuenta.
El dudar.
El saber que algo falla pero esperar hasta caer en la cuenta,
hasta el momento de saber qué ocurre,
pero no cómo erradicarlo.
Y sólo pretender darle fin a la desidia que corrompe,
dejándote en una cuerda floja.


H de roto.

"Es partir de lo que nace, queriéndolo o no"
Me nace la seria y álgida expresión al darme cuenta del exceso que tengo de ti.
El exceso de importancia que te cedo, gratuitamente. 
Sin pedir un algo a cambio, solo recibiendo incoherencia y contradicción. 
Buscando encuentro la solución superficial, adaptada a una gran mayoría, 
y una solución adaptada a ti, a tu rareza, a tus veinte, mis deseados veinte.
Podrías llegar a ser una gran razón para mi salvación.
El tiempo nos coloca donde debemos, a modo de karma, 
para poder devolver lo merecido; bueno o malo.
Quizá seas ese detonante, 
ese punto de inflexión que me obliga a cambiar y moverme por mí misma. 
"Dame todo lo que soy"
Y quiero serlo contigo.
Sin el autoengaño de la comodidad fingida.
Aplicándonos los consejos dichos en cuartos y terrazas. 
Asimilando empatía mutua.
"La felicidad es felicidad cuando se comparte"
Compártela.
"La herida no sana, porque la sutura fue hecha con puntos suspensivos"
...
Tus puntos suspensivos se clavan en mi, 
inesperados, insuficientes, efímeros. 
"Si las sábanas hablasen"
Te susurrarían noche y noche, 
repitiendo esa conversación de horas, 
recordándote cada beso, cada confesión, caricia, susurro y mirada.
No las olvides, por favor, ellas dicen más de lo hablado.
Y las sábanas insisten, 
en tu mano por mi cadera con paso libre a cualquier suavidad de mi cuerpo, 
en ese mechón que colocaste mirándome fijamente a los ojos,
en cada gesto de confianza, 
de libertad.
Recuerda esa libertad.
Libertad que ganaste en una noche, y rompiste en tan solo un par de horas.
Nunca des todo por un sentimiento por el cual salgas perdiendo en una inmensa mayoría de veces,
el orgullo.
No me dejes en la línea del centro. 
No me dejes caer en tus puntos suspensivos, 
obligándome a olvidar.




Otro

Ese "yo" pasado, oportuno y entregado,
ese "yo" que estuvo para advertirme de futuras conjeturas.
Parece ser que surgió de mi mente otra persona, 
dispuesta a la dedicación por placer al dolor que, más tarde, 
serviría como solución. 
Solución no inmediata, sino con más requerido esfuerzo,
teniendo como notable el paso del tiempo.

Once minutos, Paulo Coelho.

Fragmento del Diario de María escrito la noche en que recibió el vagón del tren:
El deseo profundo, el deseo más real es aquel de acercarse a alguien. A partir de ahí, comienzan las relaciones, el hombre y la mujer entran en juego, pero lo que sucede antes, la atracción que los unió, es imposible de explicar. Es deseo intacto, en estado puro.
Cuando el deseo todavía está en ese estado puro, hombre y mujer se apasionan por la vida, viven cada momento con veneración y, conscientemente, esperan siempre el momento adecuado para celebrar la siguiente bendición.
Así, las personas no tienen prisa, no precipitan los acontecimientos con acciones inconscientes. Saben que lo inevitable se manifestará, que lo verdadero siempre encuentra una manera de mostrarse. Cuando llega el momento, no dudan, no pierden una oportunidad, no dejan pasar ningún momento mágico porque respetan la importancia de cada segundo.