Entre el humo y la poca luz del ambiente,
las miradas de una noche se cruzan,
dando paso a insinuantes movimientos al compás de la música,
los cuerpos se rozan,
con un huracán de adrenalina.
De camino al baño del local,
los besos se hacen protagonistas de la escena,
y dentro de este la ropa empieza a caer con rapidez y ansia.
El sexo y el morbo de la situación se apoderan de ellos,
haciéndolo todo especial y único.
Mientras que a la mañana siguiente, nadie sabrá nada de ninguno de los dos,
siguiendo su camino,
y teniendo más noches únicas.
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