220, nena, ya noto la corriente.

Entre el humo y la poca luz del ambiente, 
las miradas de una noche se cruzan, 
dando paso a insinuantes movimientos al compás de la música,
los cuerpos se rozan, 
con un huracán de adrenalina.
De camino al baño del local,
los besos se hacen protagonistas de la escena, 
y dentro de este la ropa empieza a caer con rapidez y ansia.
El sexo y el morbo de la situación se apoderan de ellos,
haciéndolo todo especial y único.
Mientras que a la mañana siguiente, nadie sabrá nada de ninguno de los dos,
siguiendo su camino, 
y teniendo más noches únicas.





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